Alerta Bogotá
Por: Germán Vargas Lleras
Forzoso retomar el tema de seguridad en Bogotá, ya que cada día empeora. La última encuesta del Dane revela que la gran mayoría de la gente se siente insegura o muy insegura y que más del 23 % ya tomó la decisión de no volver a salir a la calle en la noche. La percepción de inseguridad, que ya había pasado de 60 a 76 %, se elevó en abril a 88 %, algo nunca antes visto.
La extorsión y sus indicadores también han crecido, pese a que frente a este delito la gente es temerosa de denunciar. Estamos viendo situaciones alarmantes como que en zonas de la ciudad o se paga o no se puede ir a trabajar, comerciar, circular, o aun pasear al perro.
Llevamos 311 desapariciones misteriosas. Algunas pocas ya han aparecido sin vida, pero de la mayoría aún no se sabe nada. Los indicadores de lesiones personales, hurto a personas, hurtos violentos han crecido en un 27 %, y los robos de carros, celulares, motos y las agresiones sexuales también aumentan sin control.
Los denominados puntos calientes de microtráfico y hurtos se dispararon en 153 % en los últimos dos años, y se informa de 190 bandas criminales, 19 dedicadas a cometer homicidios. El horror. La ciudad ha sido testigo de nuevos actos terroristas. Esta es la hora en que el portal Américas no se recupera, y llevamos 7 meses con el parque Nacional invadido, en perjuicio de los vecinos de estos sectores que han soportado esta situación ya por demasiado tiempo. Qué falta de autoridad.
Y qué tal los nuevos anuncios: pondremos en marcha un escudo de seguridad a cargo de la Brigada 13. Solicitaremos a Maduro que capture y extradite a miembros de las disidencias del grupo 33 de las Farc. ¿Ya les respondió? Trasladaremos a peligrosos delincuentes a otras cárceles del país. ¿Ya se hizo?
Desde el inicio de la Administración, la alcaldesa ha tenido una pésima relación personal con la Policía, una relación desprovista de confianza y credibilidad. La Policía no se siente ni acompañada ni mucho menos respaldada. Se siente sola y sin interlocución. Un día, la alcaldesa abraza al general Camacho y lo condecora, y al día siguiente anuncia que no hay confianza en la institución. La seguridad no ha sido nunca un tema prioritario de esta alcaldía. Es claro que su plan distrital de seguridad, comenzando por el presupuesto y su destinación, no corresponde a la gravísima situación que se vive.
Por causa de esa desarticulada relación se han perdido 2 años largos para adecuar tecnologías como la del reconocimiento facial, la conectividad de la Policía con los centros de despacho y asuntos como la geolocalización. También han sufrido la movilidad y la capacidad de respuesta de la Policía, pues no se volvieron a comprar vehículos ni motos y es la hora en que no han entregado el nuevo comando de la policía de Bogotá, en donde confluirá todo el sistema de seguridad.
Algunos avances se perciben en asuntos como la nueva ley de seguridad para enfrentar la reincidencia, los nuevos protocolos de la Policía en atención al ciudadano y uso de la fuerza, entre otros. También es pertinente destacar el cambio del plan de vigilancia a cuadrantes móviles y la optimización de las investigaciones criminales. Lástima que estas mejoras choquen contra la ineficacia del minjusticia, doctor Ruiz, y sus anuncios sobre habilitación de nuevos cupos carcelarios. Un absoluto fiasco, si se considera que hoy tenemos a 22.000 reclusos en las URI y las estaciones de policía de manera permanente, y que ello demanda 2.500 agentes para su custodia. Difícil así.
El de seguridad no es el único tema que preocupa en la ciudad. Las obras que pagamos por valorización no avanzan, 12 de estas obras con ejecución inferior al 5 %. Muchas otras suspendidas y que terminarán constando el doble. Hay irregularidades en la contracción de los fondos de desarrollo local y ya vemos a 16 alcaldes locales citados a interrogatorio por la Fiscalía. La Secretaría de Gobierno contrató a 1.338 funcionarios, el 97 % de forma directa. Parece que el programa se denominara ‘palanca, no talento’. Hasta pagar los impuestos en Bogotá se volvió imposible.
Por esto, no es extraño el derrumbe de Fajardo en Bogotá. La gente desesperada, viendo semejante fracaso, bien recuerda que la alcaldesa fue su fórmula vicepresidencial hace cuatro años y está pasando la factura.