Las bodegas están llenas de hoja de coca
Por: Oscar Rodrigo Campo Hurtado
La oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito UNODC, desde el año 1.999, le ha permitido a Colombia contar con cifras propias de alta confiabilidad en esta materia a través del programa SIMCI, que es el Sistema de Monitoreo de Cultivos Ilícitos, apoyado por Estados Unidos. Indiscutiblemente la lucha contra las drogas siempre ha sido un punto esencial en la relación binacional, de donde se han desprendido cualquier cantidad de estrategias, como el Plan Colombia o el apoyo al proceso de Paz con las Farc que hizo el gobierno americano, el cual tuvo especial interés en que esto conllevara a transformaciones en los territorios productores de Coca. Pero después de “ires y venires”, lo cierto es que Colombia hoy está inundada de Coca más que nunca, con unos efectos muy complejos en materia social, de pobreza, derechos humanos, violencia y política.
Según el SIMCI, Colombia tenía para el año 2020, 143 mil hectáreas sembradas de coca y un año después, según el mismo reporte, ya tenía 204 mil, siendo la región pacífica la de mayor aporte a esta actividad ilegal.
Pero bien vale la pena analizar el mismo fenómeno en el departamento del Cauca, que para el año 2020 tenía 16.544 hectáreas de Coca y la cifra para el 2021 ya marcaba un reporte escalofriante de 25.099, y aunque aún no se conocen reportes oficiales para el 2022, se estima que el panorama habría crecido en un 35% respecto al 2021, estableciendo que en el departamento del Cauca podemos estar muy por encima de 30 mil hectáreas de Coca.
Así mismo, el informe señala que Colombia tiene 14 enclaves productivos, 9 de ellos en la región pacífica y 2 son en el departamento del Cauca, Argelia-El Tambo y El Naya. Pero más allá de estos enclaves, es bueno precisar que municipios Caucanos que no tenían tradición cocalera, hoy hacen parte de una alta actividad en el producto, con sus respectivas arandelas, es el caso de Cajibío y Morales, además, que ya existen reportes de que en el sector rural de la capital Caucana hay cultivos de Coca, sumándose a las zonas de riesgo que tranquilamente abriga más de la mitad del territorio departamental.
Curiosamente encontramos en la actualidad una situación de baja actividad de compra de hoja de Coca en el departamento, son varias las hipótesis que pretenden explicar tal situación, aproximándose más a la realidad, creería en particular, un supuesto compromiso de los distintos grupos armados frente a entrar a la estrategia de paz total del gobierno del presidente Gustavo Petro.
Esta situación ha venido generando un clima de zozobra, porque los actores ilegales ya no estarían dando garantías a actividades de flujo de dineros, entrada de insumos, cuidado de laboratorios y custodia de la salida del producto, lo que ha llevado a una contradicción que marca un drama humano para miles de familias que derivan su sustento de esta actividad, y que además, vale la pena resaltar, según cifras de UNODC, en el año 2021 sólo el comercio de la hoja de coca dejó en el departamento del Cauca 161 millones de dólares, que si se le sumara el producido por la elaboración de base, estaríamos hablando de más de 500 millones de dólares, cifra superior a los dos billones de pesos, que comparada con el valor de la cosecha de café para el mismo año que fue de 1.2 billones de pesos, se entiende lo que significa esta economía ilegal, sobre todo para la realidad económica de un departamento tan pobre como el Cauca.
Ahora bien, este momento de inacción comercial, que no durará mucho en el tiempo, puesto que la demanda internacional no ha cesado, los grupos armados no se han desmovilizado, los carteles nacionales no han claudicado y la pobreza sigue siendo tristemente un condicionante muy fuerte para mantener estos cultivos ilícitos como parte del diario vivir de miles de familias, se requiere de reacciones inmediatas por parte del gobierno, tanto del alto comisionado para la paz, Danilo Rueda, como el director del programa nacional integral de sustitución de cultivos ilícitos (PNIS), Felipe Tascón Recio, deben ellos actuar ¡ya!.
Lo hemos sabido siempre, hay unos vínculos muy estrechos entre la demanda, la pobreza, la producción de coca y la violencia, esta última se ha manifestado contrario al pasado que confrontaban al estado, ahora es una disputa entre los mismos grupos ilegales por las rutas y las hegemonías de las zonas, y si en ese “jenga” el gobierno lograra sacar las fichas de la violencia por su estrategia de Paz Total, de la producción de coca con un adecuado programa de sustitución, que a su vez resuelva todo lo referente a la seguridad alimentaria de esta población, mientras desarrollan en práctica la autonomía alimentaria, y hacen una arremetida decidida en interdicción al narcotráfico, además de un control territorial eficiente, que tanto en las vías como en los ríos se sienta la presencia del estado, pudiéramos pensar en que se derribaría una estructura criminal, que somete a la población más vulnerable y que se vuelve un cáncer para la institucionalidad.
Es un tema muy difícil, son muchas variables por resolver, pero si bien este planteamiento no deja de tener una mezcla de pensar con el deseo y creer que la voluntad de paz de todos estos grupos armados, que valga la pena decir, han brillado por no respetar el cese de hostilidades, no podemos dejar de insistir en un llamado al gobierno nacional para que actúe de forma eficiente y con prontitud, es el momento de socializar la nueva agenda de sustitución, de tener la atención del campesinado Caucano que está viendo por estos días lo frágil e inestable que es el negocio de la coca.
Debe recorrerse el Cauca el doctor Tascón y volver a levantar la esperanza tan necesaria para que el campesino vuelva a creer en el estado, en la palabra de un mandatario, en que no se les vuelva frustración la enorme expectativa que hay de un gobierno nacional que recibió el apoyo de la inmensa mayoría de Caucanos, y en especial, de las zonas más inmersas en la conflictividad y las economías ilegales.
Lo he manifestado siempre, más allá de la postura política de oposición al gobierno nacional de nuestra colectividad, estaré proponiendo y acompañando todo lo que tenga que ver con salidas al conflicto, pero ante todo, a que de verdad el establecimiento público pueda alejarse de la concepción que hay en la gente de un estado mentiroso, que entusiasma con discursos, con CONPES, con anuncios de plan de desarrollo y de buenas intenciones, pero que en la realidad sigue siendo un estado ausente, cada vez más lejano de concretar las expectativas a las comunidades, a sus anhelos y a ayudar a calmar sus temores.