La desteñida
Esta semana se aprobó con violación flagrante de la Constitución Nacional la polémica reforma de la salud. Como resulta evidente, las líneas rojas, verdes y arco iris de los partidos Liberal, verde y de ‘la U’ se fueron destiñendo hasta quedar en nada. Una burla para la ciudadanía y, en especial, para los seguidores de esas colectividades.
O no sirvieron de nada las advertencias de los directores Gaviria y Dilian Francisca o reinó la indisciplina o, lo que es peor, todo fue una pantomima. En cualquier caso, junto con sus aliados del Pacto Histórico, tendrán estos partidos que responderle al país cuando el sistema de salud colapse. Y créanme, va a colapsar.
Lo cierto es que lo peor de la reforma Corcho resultó pupitreado sin mayor discusión y sin atender ninguna de las gravísimas advertencias formuladas por el cuerpo médico, los pacientes, los hospitales y los aseguradores, entre muchos otros. A nadie se escuchó, distinto a los ofrecimientos ahora más generosos que nunca del debutante ministro Velasco.
Veamos lo aprobado:
Se traspasó, sin miramientos, la primera línea roja y multicolor, pues se eliminó el aseguramiento en salud. No habrá aseguramiento porque no habrá asegurados, ni primas, ni reservas técnicas ni nada. Todo se verá afectado: se fragmentan los niveles de atención, se desarticula la atención del paciente, se crean nuevas barreras de acceso y, por supuesto, se afectará en modo grave la cobertura.
Se violó también la segunda línea, pues se concentrará el manejo de los recursos en la Adres, entidad que no tiene la capacidad para garantizar las transacciones ni la operación que hoy, después de 30 años, realizan las EPS. En principio, la Adres no iba a asumir funciones de contratación. Sin embargo, tras la aprobación del nuevo proyecto, no solo contratará sino que auditará y será el pagador único. Anticipo un verdadero caos en esta operación.
Y se acaban las EPS. Digan lo que digan, la verdad es que las nuevas entidades gestoras serán totalmente diferentes, con otras funciones y operarán en otras condiciones.
No habrá control del gasto. Se les va a pagar por adelantado el 80 por ciento a clínicas y hospitales sin hacer una auditoría concurrente, y eso hará que se explote el gasto en salud.
No hay reglas claras para el periodo de transición, no se establece quién asume el manejo del paciente y las deudas con las clínicas y hospitales. La llamada transición no tiene plazos distintos a la liquidación en dos años de todas las EPS y no garantiza la continuidad en los servicios de salud.
Se frenará automáticamente la inversión privada, pues el modelo estatiza totalmente la salud. No es cierto que el modelo aprobado sea mixto. Permitir que algunos prestadores privados participen no supone que sea un modelo mixto. En realidad lo que hay es una triple integración vertical: el Estado presta el servicio, se contrata, se controla y se audita. Todo en esta reforma es un retroceso, un viaje al pasado del Instituto de Seguros Sociales.
Y para cerrar con broche de oro, la Comisión aprobó la insólita realización de una consulta previa posterior, cuyos resultados deberán ser incorporados a la ley mediante facultades otorgadas al Presidente. Nunca visto algo así de ilegal e inconveniente.
Desde un principio advertí que este sería el escenario al que nos conduciría la negociación al detal de los representantes a la Cámara. Se han filtrado a los medios episodios que darán seguramente para investigaciones y sanciones de naturaleza penal. Así culminó el también ilegal trámite en la Comisión Séptima y no albergo muchas esperanzas en que la plenaria de esa corporación vaya a enmendar la plana. Pero los ministros Velasco y Jaramillo saben que en el Senado las cosas pueden ser a otro precio.
Y Petro trinó: “Debate arduo y profundo”. Ni lo uno ni lo otro. Más bien, debate de sordos, debate estéril, feria de dádivas. Y ahora los responsables de esta tragedia nacional se atreven a anunciar sus líneas rojas a la reforma laboral.
Qué cinismo, qué desvergüenza. ¿A quién pretenden engañar?