Impopulares e ineficientes
Por: Germán Vargas Lleras
La catarata de trinos del alcalde mayor esta semana me obliga a recordarle al doctor Peñalosa cómo el 27 de enero de 2016, junto con la ANI, presentamos al IDU todos los proyectos de acceso vial a la ciudad de Bogotá. Todos eran de iniciativa privada y no requerían, como ahora falsamente lo señala el alcalde, ni recursos de Bogotá, ni tampoco la instalación de nuevos peajes.
En junio de 2016, la ANI y el IDU firmaron el convenio Autonorte fase 2, con la idea de que pudiera estructurarse y desarrollarse en paralelo con el de la fase 1, responsabilidad de la Nación. La ANI, a diferencia del IDU, sí avanzó y firmó el contrato en enero de 2017, en un evento al que asistió el alcalde, sin ahorrar palabras para exaltar la obra que permitiría contar con 5 carriles en cada sentido de la calle 245 a La Caro y que, esta sí, será inaugurada en diciembre. No es cierto, entonces, lo que ahora afirma con respecto a que esta obra era innecesaria, ni en cuanto a que fue un contrato adicional, pues la obra fue licitada. Y mucho menos en cuanto a que Bogotá tendría que poner recursos o soportar nuevos peajes. Todo falso.
Oculta deliberadamente el alcalde que en el contrato de la Nación quedó previsto que un 40 por ciento del ingreso estaría destinado a financiar el tramo dentro del Distrito, cediendo a la ciudad algo que no le correspondía. A la fecha, hay en depósitos fiduciarios 220.000 millones de pesos recaudados para esta obra, cuya licitación no se ha abierto, les quedó grande. Tras los alarmantes trinos de Peñalosa se esconde, seguramente, su deseo de financiar el fondo de contingencias y la variante a Sopó, solo con recaudo de peajes.
Y cómo no recordarle al alcalde que desde enero de 2016 se le entregó la ALO sur en prefactibilidad, y que se irá sin abrir la licitación, cuando desde el Gobierno tuvimos la precaución de reservar un 25 por ciento del peaje de Chuzacá, el más rentable del país, para ayudar a cofinanciarla.
A juzgar por las obras mencionadas y por las de todos los accesos a la ciudad que quedarán en veremos, y por todo lo prometido en el programa de gobierno, aquí lo que los bogotanos apreciamos es ineficiencia, que naturalmente se traduce en impopularidad. Ninguno de los 9 proyectos por financiarse con los cerca de 2 billones de pesos de la venta del 8 por ciento de la EEB cuenta ni siquiera con estudios finales. De los 11,7 billones presupuestados para el sector movilidad, tan solo se ha comprometido a junio de este año el 28 por ciento, y solo se ha girado un 9 por ciento. ¿Eficiencia? A pesar de que en estos cuatro años se han estructurado más de 100 proyectos de iniciativa privada APP por 13 billones, no ha llegado a ejecutarse ni un solo peso. ¿Eficiencia?
Con el cierre de inscripciones, arrancó en firme el debate para elegir al nuevo alcalde mayor de Bogotá. Los ciudadanos están expectantes y quieren escuchar propuestas serias para solucionar los principales problemas que están agobiando a nuestra capital. Movilidad –donde el tiempo de desplazamiento se ha incrementado en un 60 por ciento– y seguridad para una ciudadanía sitiada y atemorizada serán claves en el debate.
Igualmente, todos queremos conocer la opinión de los aspirantes en asuntos de competitividad, renovación urbana, manejo de las empresas públicas, TransMilenio por la 7.ª, los planes de vivienda popular –donde el Distrito dejó perder 70.000 subsidios que el Gobierno Nacional le otorgó– o el POT, que, inexplicablemente, aún no ha sido expedido.
A pesar del multimillonario gasto en publicidad, más de 6 millones de bogotanos no estamos equivocados, señor alcalde, sobre la marcha de nuestra ciudad ni sobre cómo percibimos su tozuda administración. Es claro que este gobierno no es eficiente, pero sí impopular. Y ser impopular, señor alcalde, no es un elogio ni es sinónimo de ser un mesías iluminado pero incomprendido, sino de estar desconectado tristemente de los ciudadanos.