Insólito
Por: Germán Vargas Lleras
Mientras el proyecto de nuevo código electoral, al que bauticé con sobrada razón ‘el adefesio’, avanza en su trámite con celeridad, ahora con el apoyo manifiesto del Presidente, otros como el de la inaplazable y necesaria reforma de la salud naufragan en medio de la desidia y los conflictos de intereses.
Si algo ha evidenciado esta pandemia es la urgencia de optimizar el gasto público en salud, que asciende a más de 37 billones de pesos anuales. Si no conseguimos administrar este billonario presupuesto bajo estrictos parámetros de transparencia, eficiencia y eficacia, ¿cómo lograremos un mayor acceso de la ciudadanía a los servicios y cómo garantizar que estos se presten con calidad y oportunidad?
Es esto precisamente lo que busca el proyecto de ley de reforma integral del sistema general del sector salud, radicado el 20 de julio pasado y suscrito por 14 senadores y 30 representantes de la bancada de Cambio Radical, con el apoyo de buena parte de los miembros de los partidos Centro Democrático, Conservador y de ‘la U’. Esta iniciativa recibió mensaje de urgencia del Gobierno y ha sido discutida en numerosas audiencias públicas, que han permitido evaluar el proyecto en profundidad e incorporar nuevas propuestas y mejoras.
Vale la pena recordar los ejes básicos de la reforma. En primer lugar, y para garantizar la atención primaria integral, se introduce el modelo básico del médico de familia, con capacidad resolutiva para atender más de la mitad de las patologías. Se establece también el auxilio de maternidad para todas las madres que hoy carecen de este por no pertenecer al sistema contributivo. En esta línea, se establece la unificación de beneficios del POS y el no POS en un periodo de dos años.
Se resuelven problemas antiguos como la articulación entre los agentes y la falta de competencia entre aseguradores; la integración de la red y una mayor equidad territorial y entre grupos socioeconómicos; se limita la tercerización en la contratación del personal de la salud y se fortalece la formación de especialistas y se crea el examen único nacional de ingreso.
En el ámbito financiero, se crea el concepto de APP en el sector para canalizar considerables inversiones del sector privado en infraestructura, operación y administración de centros hospitalarios, se reglamentan los conglomerados del sector, se depuran las EPS y se establece un tope a los gastos administrativos de estas, se crea el programa de saneamiento financiero y se establece el giro directo de recursos a los hospitales.
De manera incomprensible, a la fecha ni siquiera se ha presentado ponencia del proyecto, violando el reglamento del Congreso. Mucho me temo que, faltando apenas dos semanas para el fin de las sesiones, no se conseguirá que al menos haga trámite. Qué falta de compromiso del Gobierno, del propio ministro, en buena parte inspirador de esta reforma, y de los presidentes de las comisiones séptimas; y, por supuesto, de los ponentes. Cuando todos pensábamos que la salud ocuparía el primer lugar entre las prioridades de Gobierno y Congreso, resulta que ocupa el último, seguramente en razón de las insuperables presiones y el cabildeo de los poderosos intereses del sector salud.
Y a todas estas, cómo es posible que la cacareada ley de punto final se haya convertido en letra muerta. Después de 26 meses, finalmente se designó en junio la auditoría, mediante procedimiento abreviado. Pero las cuentas siguen congeladas, se adeudan 4,8 billones pendientes de auditaje en una Adres con casi nula capacidad de respuesta. ¿Qué tipo de auditoría se contrató? Es verdad que al sistema se están girando cerca del 60 %, en promedio, de los recursos ordinarios, pero de la ley de punto final, como dirían, ni pío. Según el cronograma para radicar cuentas, de 564.000 millones se han resuelto 20.000. Se repite la historia. Una nueva burla, muy peligrosa por cierto.
Pasamos el pico del covid; luego, la meseta; ya vamos en la llanura y, conocido el cronograma de vacunación, Colombia quedó entre los últimos países que la recibirán. Mala cosa.
P. D. Celebro que con prontitud se haya presentado el proyecto para evitar la quiebra de los medios impresos, asfixiados por la pandemia.