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Mala señal

Opinión

Mala señal

Comienza el año con pronóstico muy reservado en todos los frentes. El principal, a mi modo de ver, el del déficit fiscal, que ya supera el 5,6 % del PIB, junto a una caída –mil veces anunciada– del recaudo de impuestos cercana al 7 %.

El crecimiento de la deuda, tanto externa como interna, junto a las naturales inflexibilidades del presupuesto exigen que el Gobierno ponga fin al derroche de recursos públicos y al insostenible crecimiento de la nómina oficial y de los subsidios dirigidos a fortalecer sus colectivos de apoyo electoral. ¿Cómo es posible que el señor Bolívar en sus ejercicios de fin de año haya decidido priorizar subsidios de un millón de pesos mensuales a los integrantes de la primera línea, cuando los niegan a los adultos mayores y a las madres cabeza de familia? Algo muy torcido está guiando la política pública en lo social de este gobierno del cambio.

Hacía semanas había querido abordar el tema del sector de las comunicaciones, cuya situación no es muy diferente al conjunto de los demás sectores de la industria y los servicios. Me animo ahora a hacerlo, no solo porque es la época del año en que los ciudadanos más requieren servicios con cobertura y calidad, sino atendiendo la avalancha de mensajes publicitarios que ha desplegado el Mintic sobre sus logros, para la temporada decembrina.

Comienzo por señalar, como lo habrán constatado los millones de colombianos que se desplazan por las carreteras, la bajísima cobertura en las rutas. ¿Cómo es posible, para citar un solo ejemplo, que en más de la mitad del trayecto entre Bogotá y Tunja, por donde se movilizan anualmente más de 10 millones de personas, no se disponga del servicio? Lo propio les estará ocurriendo a los viajeros en muchísimas áreas rurales en esta época del año. Aun cuando la cobertura móvil supera el 92 %, esta penetración se concentra en las ciudades mientras quedan las áreas rurales dispersas y las carreteras en condiciones muy lamentables o inexistentes de servicio.

Pero, más allá de estas contrariedades, lo cierto es que cada día es más urgente conectar a internet a los colombianos carentes de ese servicio esencial para impulsar las condiciones de competitividad de un país.

La conectividad troncal nacional se sitúa en un 96 % en las cabeceras municipales, lo que evidencia una fuerte concentración de las grandes autopistas de internet en las ciudades y una brecha de conectividad en áreas rurales. “La Colombia profunda”. En diciembre del 2023 Colombia tenía tan solo 17 accesos por cada 100 habitantes, cifra muy baja que evidencia la deficiente penetración de accesos fijos a internet. O sea que 9 millones de hogares no cuentan con un acceso a internet de banda ancha fija.

La mala calidad de los servicios no es más que una consecuencia del bajo nivel de inversión de las empresas que en los últimos 5 años no ha superado el 21 % de sus ingresos, para un mercado con altas exigencias por los avances tecnológicos y necesidades de ampliación de cobertura (crecimiento del 46 % en el tráfico). Lo cierto también es que Colombia reporta el ingreso por usuario (Arpu) más bajo de la región, con lo cual los márgenes de las operadoras disminuyen y las posibilidades de inversión se reducen. Además, los precios que pagan las empresas por el uso del espectro son las más altas de América Latina. No es por casualidad, ni creo yo por mala gestión, que tres de las cuatro operadoras presentes en el país estén hoy registrando pérdidas en su actividad.

El Gobierno tendría que plantearse para el año que se inicia tomar acciones concretas en el sector, que debería incluir la reducción de los precios de las licencias de uso del espectro, siempre que se comprometan a aumentar las “obligaciones de hacer” que los operadores pagan como contraprestación. Como también se deberían agilizar las autorizaciones locales para el despliegue de infraestructura, entre muchas otras medidas.

Si Colombia sigue sin la conexión digital universal, estaremos condenando al país a la pobreza. En términos de conectividad y apropiación, Colombia necesita enfocarse en tomar acciones para generar un círculo virtuoso que permita fortalecer la infraestructura, crear un sistema sostenible y capacitar a la población en habilidades digitales, con el fin de alcanzar un nivel de conectividad con estándares internacionales.

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