No sean tercos
Por: Germán Vargas Lleras
Debate innecesario e incomprensible se ha desatado en torno a la participación del sector privado en la campaña nacional de vacunación. Lo primero es decir que no existe desafío más urgente que el de vacunar con la mayor celeridad a la totalidad de la población colombiana. Que es esta una responsabilidad del Estado y del Gobierno, no hay duda. Pero este no es el punto. La pregunta clave sería por qué alguien podría oponerse a que ante semejante reto no se quiera recibir toda la colaboración y el apoyo posibles.
El sector privado, encabezado por la Andi, ha ofrecido toda su colaboración para acelerar el proceso. Ha reiterado que está dispuesto a participar activamente en la importación y distribución de la vacuna, incluso en su aplicación. Todo ello en estricta y total coordinación con el Gobierno y las autoridades de salud. Entiéndase bien: no en competencia con el Gobierno, sino en colaboración.
Observo, por las recientes declaraciones del ministro Ruiz, que la iniciativa va tomando vuelo. Que el Gobierno entiende que, con los debidos controles, el apoyo del sector privado puede ser determinante para llegar a amplios sectores de la población, descongestionar el sistema de salud pública, financiar la compra de las propias vacunas y así liberar toda la capacidad posible para que el Estado se ocupe de avanzar con el plan que se ha trazado.
La experiencia internacional es elocuente. En Estados Unidos, las cámaras de comercio, las asociaciones de industriales, empresas como Microsoft, Starbucks, Cosco, compañías de alquiler de automóviles, entre muchas otras, están aportando todos sus recursos y potencialidades para contribuir a la campaña nacional de vacunación. Uno de los principales sindicatos, con más de 250.000 afiliados, participa activamente en el proceso. Supermercados, droguerías, centros comerciales también colaboran. No están compitiendo con nadie, solo ayudando.
En Sudáfrica, el sector privado ha actuado desde el primer momento. Lo mismo está ocurriendo en Alemania, en Brasil, en Chile y hasta en México, en donde el gobierno de López Obrador ya reglamentó la compra de vacunas a privados. Hasta Maduro, en Venezuela, dijo que la compra de vacunas a través del sector privado “malo no sería”. El influyente ‘The Wall Street Journal’ sostiene que la prohibición de vender vacunas en América Latina prolongará la pandemia. Los países citados así lo han entendido. Esperemos que también el nuestro.
Aunque esta semana se consiguió vacunar a cerca de 50.000 personas en un día, esto no es suficiente. Se estima que deberían ser al menos 96.000 por día, y aun así no terminaríamos este año. El Gobierno cuenta con 7.000 vacunadores, a los que podrían añadirse, si se acepta la colaboración privada, por ejemplo de laboratorios y cajas de compensación, a miles de odontólogos y estudiantes de medicina, entre otros.
Las empresas y las entidades sin ánimo de lucro, algunas muy robustas y con gran capacidad logística, no dudarían en participar. Ya lo han hecho muchas con las pruebas, con los tapabocas y con los respiradores, para citar solo estos ejemplos exitosos. También podría habilitarse a los entes territoriales, que ya han solicitado que se les permita colaborar.
No debería hacer falta una nueva ley para permitir la importación y comercialización de vacunas por particulares. Creo que bastaría con un decreto reglamentario que recogiera la importante y bien estudiada iniciativa del senador Barreto.
Un reciente sondeo de opinión de CM& da cuenta de que el 79 % de la gente cree que el sector privado debería participar. Meter el hombro, como se dice coloquialmente, pero, por supuesto, bajo estrictos protocolos y la coordinación del Gobierno Nacional y sin afectar el Plan Nacional de Vacunación, sin desnaturalizarlo, pero sí acelerándolo, como señaló el propio presidente Duque.
Solo de una eficaz y rápida campaña de vacunación dependen la reactivación económica y la superación de esta pandemia. Este no es un tema que pueda seguir politizándose ni con el cual se hagan mezquinos cálculos electorales. La participación del sector privado en este propósito nacional es urgente e indispensable.