Recuperar el Catatumbo
Escribo esta nota desde Cúcuta, a donde me he trasladado para constatar de manera directa la gravísima situación del departamento de Norte de Santander y en particular de la región del Catatumbo. He coincidido, por tanto, con la visita de Petro a Tibú en desarrollo de los compromisos del consejo de ministros llevado a cabo el lunes pasado.
Toda la atención del país está puesta en esta rica región, ahora escenario de confrontación entre dos grupos de delincuencia organizada, las antiguas Farc y el Eln. En esto no hay que engañarse. Aquí el conflicto es por el control del territorio y de la frontera y del negocio de la coca, por lo que la respuesta del Gobierno debería apuntar, principalmente, a su recuperación, a la captura de los miembros de estas organizaciones, al restablecimiento del orden público, al regreso de miles de familias desplazadas a sus lugares de origen y, en general, al ejercicio de la soberanía que se ha perdido sin discusión. Luego podrían desplegarse otros esfuerzos e iniciativas, pero primero hay que recuperar el Catatumbo para Colombia.
Hace 42 días se declaró la conmoción interior, y a hoy nada ha cambiado aquí. De los 10.000 soldados prometidos han llegado solo 3.800; tampoco vino el general de división Erik Rodríguez, y todavía hay 55.000 desplazados entre Cúcuta, Tibú y Ocaña y 25.000 personas confinadas. Por supuesto, la UNGRD no tiene recursos para apoyar, pues todo se lo robaron a manos del señor Olmedo. El control del Eln es total, desde los pasos fronterizos hasta los cascos urbanos. Atacan y se resguardan en Venezuela; el territorio entero amedrentado, extorsionado, secuestrado y, en últimas, asesinado. Cero bombardeos, cero aspersión, 3 o 4 enfrentamientos, ninguna captura, cero inteligencia, cero iniciativa de las tropas, total desmotivación. En una palabra, el Catatumbo continúa siendo territorio del Eln.
La Corte Constitucional, ahora amedrentada por el propio Petro, tendrá que pronunciarse sobre el estado de excepción decretado. Avalar esta declaratoria y los decretos expedidos será tanto como legitimar la incompetencia y la improvisación del Gobierno. Aquí no ha habido ninguna circunstancia que no hubiera podido ser prevista, nada que todo el país no supiera desde hace dos años. Pero el Gobierno nada hizo. Qué mal precedente sentaría la Corte avalando esta nueva improvisación. Pero de esta todo se puede esperar.
Ahora se firma el Pacto Social por el Catatumbo, que tiene varios componentes. La mayoría de ellos, irrealizables. Una inversión total de 2,7 billones para la construcción de vías y aeropuertos, educación por 387.000 millones y 23.000 millones para salud, hospitales y puestos de salud y las brigadas politizadas del ministro Jaramillo. Yo creo que nada de esto, excepto la entrega de efectivo a la gente, se ejecutará. Porque están en campaña, porque es lo más fácil y porque es lo que le gusta a este gobierno: pagar para no matar, pagar para no delinquir, pagar para no sembrar coca. Pagar para reclutar votantes.
La erradicación voluntaria ha fracasado estruendosamente desde el 2014, el Gobierno tendría que saberlo, o lo sabe, pero en medio de la campaña política, que para Petro ya arrancó y es su única preocupación, irrigar 300.000 millones de pesos en los próximos 12 meses a familias campesinas que nada van a erradicar y que nada van a cultivar, porque ni siquiera está garantizado que puedan volver a sus parcelas, es la única prioridad.
El tema sí que lo conozco bien. Al retirarme del Ministerio de Justicia existían 45.000 hectáreas de coca sembradas, hoy tenemos 300.000, precisamente por haber abandonado la erradicación forzosa y la aspersión. En esto Petro sí ha cumplido a rajatabla su programa de gobierno.
Todo esto me recuerda lo sucedido en El Plateado con la famosa pero frustrada Misión Cauca, donde se lanzó un programa similar y hoy no quedan sino frustración y desesperanza. Y los grupos de delincuentes se pasean a sus anchas. Hoy mismo siguen quemando tanquetas y atacando y secuestrando a la Fuerza Pública con pleno control del territorio. Vaticino que lo mismo ocurrirá en el Catatumbo.
Y hay que estar atento, no vaya a ser que este Pacto social por la Paz en el Catatumbo sea la excusa para retomar los diálogos suspendidos con el Eln y bajo esa sombrilla perpetuarse en el poder avalados por la Corte Constitucional.