Todo se derrumbó
Por: Germán Vargas Lleras
De todos los sectores económicos, el más afectado sin duda es el del turismo, incluidos hoteles, agencias de viajes y muchos otros, como restaurantes y bares asociados a la actividad. Su recuperación es la más incierta de todas, pues no solo depende del Gobierno Nacional, sino de lo que ocurra en otros países. Y no es solo un tema de capacidad de movilización o eventuales cuarentenas, sino de confianza y prioridad en el gasto. Siendo realista, hay que admitir que la reactivación completa del sector no se dará hasta que se pueda disponer de una vacuna contra el virus que despeje los naturales temores al contagio.
Lo grave y triste de esta historia es que el covid-19 nos llegó justo cuando, después de muchos años de esfuerzos, el sector registraba sus más importantes avances. Más de 6 millones de visitantes permitieron al país, en el último año, obtener ingresos en divisas superiores a los 6.000 millones de dólares. Mucho nos ha costado preparar nuestra infraestructura, capacitar a miles de personas, así como promover a Colombia como atractivo destino turístico a nivel internacional, y no podemos perder de vista que este sector genera 110.000 empleos directos y 230.000 indirectos, ni que cerca de 2 millones de colombianos viven del turismo.
Los ingresos de esta industria para el presente año se estimaban en 37 billones de pesos, pero en los meses de abril y mayo cayeron en un 98 %, afectando dramáticamente a ciudades como Cartagena y San Andrés.
Por sus muy particulares características, este sector requiere un plan de rescate especial. Así lo han entendido muchos países como España, de donde hemos importado algunas iniciativas, pero con alcance restringido. Si este es el modelo por seguir, entonces propongo que adoptemos aquí algunas normas que allá se tomaron, como, por ejemplo, la exoneración del pago total de aportes a la seguridad social y un régimen propio de suspensión de los contratos laborales, con ampliación de plazos y compensación de salarios para evitar la pérdida de los empleos. También, una moratoria de los créditos hipotecarios de los inmuebles vinculados a la actividad turística, la suspensión del pago de servicios públicos hasta tanto se reanude la actividad y, para los pequeños negocios, la posibilidad de aplazar el pago de alquileres de locales comerciales hasta por un año.
Prioritarios son los apoyos para la conservación de los empleos. Los subsidios decretados por el Gobierno poco sirven al sector. Primero, porque no se aplican para personas naturales, que son el 60 % de la oferta hotelera, y, además, porque tampoco se aplican para encargos fiduciarios, que fue la modalidad con la que se construyó buena parte de su infraestructura.
Además, porque ninguna empresa estaría dispuesta a sufragar el 60 % de su nómina sin generar ningún ingreso y sin la expectativa de hacerlo en el mediano plazo. Desafortunadamente, lo que estamos viendo en Colombia es a las empresas solicitando créditos para liquidar el personal. Y de nada servirá la judicialización que ha emprendido el Mintrabajo, pues desafía la penosa realidad de esta industria.
En materia de créditos, hay que pensar en relanzar el programa de Bancóldex con líneas de largo plazo, al menos a 5 años, con periodos muertos o de gracia no inferiores a 1 año, no limitados a mipymes ni por grupos empresariales y con garantías ofrecidas por el Estado.
Además de lo planteado, tendríamos que avanzar, y rápido, con medidas como la exoneración total del pago de los aportes a la seguridad social para empresas con menos de 50 empleados, eliminar el anticipo de renta –como lo propuse para todos los sectores– y eliminar también el pago de IVA para los turistas nacionales, así como existe para los extranjeros, y aplazar el pago del impuesto de industria y comercio. También deberían eliminarse la sobretasa a la energía eléctrica para toda la cadena de la actividad turística y el abusivo cobro de Sayco-Acinpro, que insiste en recaudar el 100 % de los derechos de autor aun con los establecimientos cerrados.
En este sector como en ningún otro, el país tiene que hacer esfuerzos extraordinarios. Hemos invertido mucho y hecho grandes apuestas como para permitir que, como en la canción de Emmanuel, todo se nos derrumbe.