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¿Transfuguismo?

¿Transfuguismo?

Por: Oscar Campo Hurtado

Después del estruendoso fracaso del proyecto de ley de la reforma política, el cual el gobierno retiró del congreso en el mes de marzo de 2023, en susurros voceros del gobierno asoman la intención de un fugaz proyecto de transfuguismo. ¿Con qué intenciones? Pareciera con más ganas de destruir que de construir. 

Ahora bien, es totalmente absurdo pretender la construcción de tanques de pensamiento y verdaderas representaciones colectivas de una sociedad, cuando hay 37 partidos, que no solo reflejan nuestra pobre realidad política, sino además una creciente oferta politiquera de avales y acomodos en el panorama nacional.

Para buscar soluciones, todos debemos entrar en modo de reingeniería, ya que los problemas afectan a todas las colectividades y se vuelve urgente, por el bien de la democracia y un estado fortalecido, eficiente y eficaz, atender lo que está sucediendo.

Las relaciones “non sanctas” de los gobiernos con el Congreso, para garantizar mayorías en las comisiones y cámaras, han llevado a una creciente desinstitucionalización de los partidos. Esto, al igual que los cupos parlamentarios, la mermelada y las transacciones burocráticas a cambio de votos. Sin embargo, el tema no es cuál de ellos ha caído más o menos ante estas prácticas, la realidad es que ese es uno de los cánceres que afecta la democracia en Colombia.

En consecuencia, ante un Estado ausente o negligente en sus ejecutorias y unos partidos políticos incapaces de dar respuesta a las necesidades del territorio y dar contexto ideológico a las coyunturas, se generan, en un gran número de ciudadanos, sentimientos de rabia y frustración hacia las instituciones. Además de la necesidad de buscar atajos para progresar.

Otro gran problema es la concentración de intereses de las colectividades en las grandes ciudades, olvidando que el populismo ha ganado terreno en regiones con mayores brechas sociales. Torpemente en los cálculos de los partidos, no hubo agenda para estos territorios; vale la pena recordar que, en la última contienda presidencial, solo entre Cauca y Nariño, la diferencia que cogió el actual mandatario superó los 800 mil votos y que a la postre fueron su victoria, recordemos que Petro solo ganó por 700 mil votos. 

Este ecosistema, como el de Cauca y Nariño, es donde germina el populismo y es aprovechado además por grupos armados ilegales. El primero manipula las emociones colectivas con subsidios insostenibles y promesas irrealizables. Los segundos crean economías ilegales con fuertes incentivos que algunas comunidades, por necesidad o amenaza, terminan aceptando.

Sería interesante bajo la mirada colectiva de todos los partidos tramitar una nueva Ley de reforma política, donde las distintas tendencias ideológicas, los distintos grupos poblacionales y las distintas regiones se sientan abrazadas sin el cálculo soterrado de las miradas particulares que sólo vislumbran en presente y poco les importa sacrificar el futuro del País.

No vaya a ser cosa que los que hoy se inventan el fantasma del transfuguismo, terminen generando el efecto contrario, y se terminen unificando todas las vertientes del liberalismo, estas tienen hoy la oportunidad de construir un partido que recoja los sentimientos populares, sin sacrificar el aparato productivo y que tiene la gran oportunidad de ser una plataforma que fortalezca la democracia, la seguridad y la libertad del consumidor, amparando su programa en hechos y no solo en discursos, este gran bloque puede llevar puntales de lanza como German Vargas Lleras en su liderazgo.

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