Turismo (II)
Por: Germán Vargas Llera
Se requiere con urgencia mejorar también la infraestructura en las diferentes regiones. A los 57 aeropuertos que están siendo intervenidos desde el gobierno anterior habría que adicionar la construcción o el mejoramiento de aquellos de San Andrés, Buenaventura, Ipiales, la ampliación de las pistas en Santa Marta y Providencia y, en especial, la construcción del aeropuerto del Café y el nuevo de Cartagena. Otras obras de gran impacto podrían desarrollarse en los malecones de la bahía de Santa Marta y El Rodadero, la construcción de muelles para embarcaciones menores en la costa Pacífica, así como la marina de cruceros en Cartagena.
Pero tan importante es la competitividad que nos da una moderna infraestructura como aquella relacionada con el capital humano involucrado en esta industria. Por ello es fundamental capacitar y certificar a más de 100.000 trabajadores al año, programa que deberían emprender el ministerio y el Sena, e incentivar también a instituciones de educación superior para que ofrezcan programas especializados en turismo. Y, a fin de garantizar la calidad en la prestación del servicio, se debería proceder a implementar procesos de acreditación, que podrían ser igualmente cofinanciados.
También es fundamental que el sector siga contando con una exención fiscal como la contenida en la Ley 788 de 2002. El desarrollo de esa norma permitió la construcción de 45.000 nuevas habitaciones.
La nueva ley de financiamiento fija una tasa diferencial del 10 por ciento al impuesto de renta, preservando un incentivo que ha demostrado ser de una importancia capital para la hotelería, y ahora se hace extensiva a otros sectores de la cadena como la infraestructura turística. Adicionalmente, es importante desarrollar el mecanismo de las zonas francas uniempresariales y reglamentar la norma sobre la devolución del IVA a extranjeros.
En 2016, el ministerio hizo el lanzamiento de 12 corredores turísticos que articulan a 311 municipios en los 32 departamentos. Se trata de un proyecto que vale la pena impulsar por sus enormes potencialidades. En este sentido, se hace indispensable preparar verdaderos planes de acción entre el Gobierno, los gremios, los empresarios y las autoridades regionales.
ProColombia y Fontur, por ejemplo, deberían iniciar campañas específicas de promoción nacional e internacional de estos corredores.
Así mismo, debería impulsarse el llamado turismo de nicho, que para el caso de nuestro país abarca los temas de salud, negocios, náutico y de cruceros, cultural y de naturaleza. Todos, sectores con altísimo potencial, que requieren una promoción especializada. Y, a propósito, en el gobierno pasado iniciamos la estructuración de las primeras diez concesiones hoteleras ubicadas en las zonas de amortiguación en algunos parques nacionales. Diez grandes vitrinas nacionales e internacionales para el sector. Es importante que se dé continuidad a estas iniciativas.
El sector turístico puede convertirse en la fuente más importante y de mayor impacto en el corto plazo en la generación de riqueza para nuestro país, en el mejor aliado como proveedor de divisas y de ingresos fiscales para la nación, en el mayor promotor de empleo formal, de calidad y bien remunerado; en el mejor irrigador de desarrollo a lo largo de nuestra geografía y en el sector que mejor protección puede ofrecer a nuestro patrimonio cultural y nuestros recursos naturales. Es, sin duda, la mejor opción que tenemos, una apuesta que vale mucho la pena hacer.
Todos los sectores vinculados al turismo vienen reclamando la creación de un ministerio. Países como México, Brasil, Costa Rica, Panamá, República Dominicana y Argentina, entre muchos más, tomaron esa decisión. Así lograron integrar políticas intersectoriales y tener un crecimiento envidiable. Si nos proponemos cumplir metas ambiciosas y desarrollar todo nuestro potencial, deberíamos evaluar la conveniencia de dar ese paso.