Un año tenaz
Por: Germán Vargas Llera
Termina un año nefasto y triste para todos. Un año que queremos olvidar. Los colombianos estamos navegando en un mar de angustias y preocupaciones y sintiendo comprometidos nuestro bienestar y nuestra libertad. Libertad para trabajar, para estudiar, para movilizarnos, para reunirse en familia, encontrar a los amigos y comportarnos como los seres sociales que somos por naturaleza.
La economía se derrumbó a niveles jamás vistos. Nuestro producto interno decreció en más de un 7 %, según los cálculos más optimistas. Nuestra industria tardará mucho tiempo en reponerse de una caída superior al 10 %. Ni hablar de sectores más sensibles como el turismo, la hostelería, los espectáculos o los restaurantes. Todos han recibido apoyos, pero cualquier esfuerzo parece insuficiente.
Transversal a todos estos y epicentro de todas las preocupaciones está el tema del empleo o, mejor dicho, del dramático desempleo con millones de personas buscando trabajo e ingreso para sus familias. Estas cifras hay que mirarlas con mayor preocupación, atendiendo la altísima informalidad del mercado laboral en Colombia. Una verdadera catástrofe social para la cual nuestro país no estaba preparado ni cuenta con los recursos y posibilidades de otras naciones. Nuestro déficit habrá pasado de 2,5 a cerca del 9 % al final de año, lo cual reduce nuestro margen de maniobra y obligará al Gobierno a hacer ajustes tanto en materia de gasto público como de ingresos tributarios.
Terminamos el año con millones de compatriotas desempleados, empobrecidos, enfermos, angustiados y en muchos casos llenos de resentimientos. Como es natural, buscando soluciones, pero también buscando responsables, y no propiamente en las cepas del covid. Qué difícil para el Presidente gobernar en estas condiciones. También, para los mandatarios locales. Pero gobernar en medio de la incomprensión ciudadana es por definición la principal regla de juego del quehacer político.
Pero, por fortuna, en el frente de la salud pública termina el año con buenas noticias. A pesar de los rebrotes de los contagios y el número de fallecimientos, que no cede, los anuncios relativos al inicio de vacunaciones masivas en varios países nos llenan de optimismo. Si se cumplen las previsiones y los protocolos del Gobierno y los burócratas del Invima no se las dan de artistas, podríamos avanzar este año con más de la mitad de nuestra población vacunada (30 millones) y el 100 % de aquella más vulnerable. Será muy importante que se cumplan estrictamente las directrices del Minsalud en cuanto a los parámetros definidos de vacunación y al orden. Que ninguna autoridad o sector, incluyendo a los jueces, vía tutela, intente saltarse la fila. La salud colectiva, siempre por encima de la particular. Si esto se respeta, podríamos pensar positivamente en que para mediados de año Colombia esté regresando a una relativa normalidad.
Se va a requerir no solo que efectivamente podamos adquirir las vacunas, como lo ha anunciado el propio Presidente, sino que seamos capaces de poner en marcha una operación logística de alta complejidad. Ojalá el Estado se apoyara en toda la red de EPS, laboratorios, clínicas y se les autorizara a comprar, distribuir y aplicar las vacunas, tal como ocurrió con las pruebas. Vale la pena recordar que para estas comenzamos con 1.500 diarias, solo aplicadas por el Instituto Nacional de Salud, y hoy, con el apoyo de más de 150 laboratorios habilitados, estamos practicando más de 10.000 diarias.
Hasta hoy, los fabricantes de vacunas solo las venden a los países, pero será cosa de pocas semanas para que estén disponibles para compras del sector privado. Incluso para empresas que quieran donarlas, como también fue el caso de las pruebas. Me temo que esto sería mucho más eficaz que pretender concentrar toda la responsabilidad y acciones en entidades estatales. Y muy importante aislar totalmente la campaña de vacunación de la campaña electoral.
P. D. Lamento la prematura partida de Roberto Junguito. Por más de 50 años orientó, diseñó y manejó la política pública colombiana en materia económica y también empresarial. Un ser excepcional e inolvidable por su inteligencia, generosidad y proverbial simpatía.