Una ciudad atemorizada
Por: Germán Vargas Lleras
Esta semana conocimos las últimas estadísticas y encuestas sobre la inseguridad en Bogotá. Nuestra ciudad no solo es víctima de altísimos niveles de delincuencia sino que, como nunca, está atemorizada.
Más del 60 % de los ciudadanos encuestados por la Cámara de Comercio se sienten inseguros en la ciudad, sentimiento más que explicable puesto que 4 de cada 10 han sufrido algún tipo de ataque de la delincuencia.
A solo 8 meses del término del mandato del alcalde Enrique Peñalosa, contrastan estas cifras y una ciudadanía aterrorizada con las promesas de campaña del entonces candidato que hablaba de recuperar Bogotá de las manos de la delincuencia y prometía que “los ciudadanos recuperarán el derecho a vivir sin miedo”. Ese miedo, señor alcalde, ha pasado del 45 % en 2016 al 61 % en 2019. Los delitos más frecuentes siguen siendo el hurto a personas, el hurto de residencias, las lesiones personales, el vandalismo y el hurto de vehículos. Y, dentro de ellos, los objetos más codiciados son el celular y, quién lo dijera, la bicicleta, en nuestra autodenominada capital mundial de la bici.
El transporte público es el lugar más temido por los ciudadanos y el TransMilenio, el predilecto para todo tipo de abusos, robos y lesiones, en la mayoría de los casos en contra de mujeres.
El alcalde había prometido que, después de la movilidad, su segunda prioridad sería la seguridad ciudadana. Esas promesas de campaña, cuando son serias, deben traducirse en el gobierno en acciones concretas y, en especial, en presupuestos y recursos. Cómo entender que ante un tema que está desbordado, el presupuesto de la ciudad haya disminuido en el último año en más de 110.000 millones de pesos y que los recursos para inversión hayan pasado de representar el 3,7 % del presupuesto, ya de por sí bajísimo, al 1,7 % en el año 2019. Estas cifras nos ilustran con claridad la importancia que esta alcaldía concede a la mayor preocupación de los bogotanos, según la última encuesta revelada por ‘Semana’.
Son muchas las estrategias y acciones que deberían desplegarse, sin pérdida de tiempo. Es indispensable aumentar no solo el pie de fuerza, sino la efectividad de nuestra policía. En esto coincidimos en campaña con el presidente Duque al señalar que la cifra de 238 policías por cada 100.000 habitantes debía ser urgentemente aumentada. Además, hay que reestructurar el Plan Nacional de Vigilancia comunitaria por cuadrantes con el fin de mejorar la oportunidad y la calidad de la respuesta. El Gobierno Nacional también está en mora de avanzar en los temas de judicialización efectiva 24 horas del día, en adoptar mecanismos contra la reincidencia, reformar el régimen penitenciario y endurecer el tratamiento a menores infractores, entre muchas medidas que venimos sugiriendo.
En el sistema TransMilenio, que moviliza más de 2’200.000 personas por día, y en el cual más de un 30 % de personas fue víctima de un delito, es indispensable reforzar la estrategia de policías encubiertos, disponer de equipos operativos en cada estación y promover mejores entornos en los portales e inmediaciones del sistema.
La lucha contra el microtráfico, el robo de celulares, la extorsión y el porte ilegal de armas de fuego y armas blancas, que estamos en mora de prohibir, debe reforzarse. Y un aspecto que debe considerarse seriamente en la estrategia es el de los delitos cometidos por extranjeros. El último informe de la Fiscalía sobre capturas en flagrancia señala que en lo corrido del año estas aumentaron en un 300 %; de ellos, un 95,4 recayeron en ciudadanos venezolanos. Estas cifras deberían alertar a la Alcaldía, pues más de una tercera parte de estos delitos se cometen en Bogotá.
La opinión es implacable y yo tengo la íntima convicción de que el 82 % de rechazo de la ciudadanía bogotana al alcalde Peñalosa tiene mucho que ver con la inseguridad y el miedo que se han apoderado de nuestra capital.