Y se despidieron con risotadas
Por. Germán Vargas Lleras
El viernes pasado terminó el congreso de la Cámara Colombiana de la Infraestructura. Como se trata del último al que concurre el presente gobierno, es pertinente hacer un balance de lo anunciado en él desde el 2018 hasta hoy, y de lo efectivamente realizado, o por lo menos contratado.
Repasemos: en 2018, la Madrina y coordinadora del sector, Dra. Marta Lucía Ramírez, anunció que pondría en marcha la intermodalidad, que se ajustaría el plan Aeropuertos 2030 para movilizar a 100 millones de pasajeros y que el nuevo reto eran los pasos de frontera. Tanto lo ajustaron que nada de lo dicho ocurrió ni en las fronteras, ni en los aeropuertos ni en ninguna parte, pues no se construyó ni uno solo de los puertos anunciados, ni las obras del canal del Dique ni la navegación por el río Magdalena. Nada de lo anunciado.
En 2019, la Madrina anunció de nuevo su plan intermodal, a lo que añadió, óigase bien, el famoso Plan Ferrocarrilero, que comprendía el mejoramiento de 1.021 km de la red férrea del Atlántico y de los 498 km de la red del Pacífico, y el de Chiriguaná-Dibulla, en La Guajira. En lo aeroportuario, anunció la 3.ª pista del aeropuerto El Dorado y el proyecto Dorado 2; así mismo, el nuevo aeropuerto de Cartagena, entre muchos otros. ¿Qué se ha hecho de todo esto? Nada de nada.
En 2020 anunciaron que por fin se expediría la ley de consultas previas. Ahora sabemos que el proyecto jamás fue radicado y eso explica lo que está ocurriendo, por ejemplo, con el estratégico corredor Mulaló-Loboguerrero. Que yo recuerde, es el primer caso en donde un contratista presenta demanda arbitral para devolver un contrato por valor de 1,9 billones, ante la incapacidad del Estado para solucionar una controversia con una comunidad.
Y con el mayor descaro, en ese mismo congreso, anunció el pliego tipo para las licitaciones del sector transporte, olvidando que este se implementó en 2015 en todo el sector transporte y que había sido aprobado en el gobierno anterior mediante la Ley 1882 de 2018. Pero en vez de darle cumplimiento, el Invías procedió a contratar, vía convenios interadministrativos, la friolera de 529 obras por más de medio billón de pesos. De manera directa. Una burla.
Tampoco se cumplió nada de lo anunciado en financiamiento, puesto que en ninguna obra se ha implementado el pago por valorización ni la titularización de peajes. En agosto de 2021, y como antesala al congreso de la CCI, la Madrina señaló que las inversiones del sector llegarían a 130 billones en 540 proyectos y se generarían 2 millones de empleos. Pero ella sabe bien que esto ya no ocurrió en el presente gobierno.
Los dos grandes ausentes del evento fueron el señor Marshall, el mismo del plan Marshall criollo y del que nada se ejecutó. Y el segundo, el propietario de la firma Meco, distinguido como miembro de honor de la Cámara de la Infraestructura, quien se excusó por estar preso en Costa Rica por corrupción. Cómo no recordar que este mismo congreso premió hace unos años a Odebrecht con el Premio Nacional a la Excelencia. Vivir para ver.
Esta semana inauguró el Gobierno los accesos al túnel de La Línea. Excelente noticia para el país. Pero olvidan el Gobierno y el editorial de este diario que tantos años de demoras y sobrecostos son responsabilidad del hoy director del Invías, en su momento quien ideó y proyectó el contrato inicial, el cual tuvimos que dar por terminado y proceder a decretar la caducidad para luego volverlo a licitar. El anterior gobierno no solo debió hacer la operación de rescate sino, además, aportar el 60 % de los nuevos recursos de toda la obra. Resulta imperdonable que ahora este señor Gil venga a ponerse medallitas cuando además, vaya uno a saber con qué motivación, disolvió el tribunal donde cursaba la demanda de reconvención del Estado por 1,2 billones, que en parte hubiera aliviado tamaño estropicio.
Y como revelador epílogo de estos 4 congresos, la cifra de ejecución del sector infraestructura medida en términos de las obligaciones efectivamente contraídas llegó a un 24 %, ni una cuarta parte de lo presupuestado, lo cual puede explicar por qué en 2021 el indicador de obras civiles dentro del PIB fue negativo en un 13 %, cuando tanto se esperaba de este sector en materia de crecimiento y empleo. Y todos tan risueños.